Semblanzas sobre Jeanne Moreau
“En 1958 el sexo no había llegado a Inglaterra, era mal visto por el gobierno democristiano en Italia, estaba rigurosamente vigilado en Hollywood y seguía estrictamente prohibido en España, Argentina y Europa Oriental. En tan privilegiadas circunstancias, el cine francés tiró varias piedras en el charco. Una piedra principal fue “Los Amantes” (dirección y libreto de Louis Malle), donde la actriz francesa, 30 años. Separada, concentraba en tres minutos de su rostro, sin diálogo alguno, el goce erótico que parecía haber esperado durante demasiado tiempo. La escena misma tenía ya su concepción audaz, porque mantenía fuera de cámara al amante (Jean Marc Bory) y se concentraba en el rostro de la actriz. Pero además el episodio se realizaba a espaldas del marido aburrido (Alain Cuny) y era el comienzo de una vindicación cinematográfica del adulterio. Al final del relato, mujer y amante escapaban en automóvil, tras descubrir con alegría que el sexo era más importante que la tradición, que la familia, que la propiedad.

Los Amantes
Si Los Amantes se exhibiera hoy, sólo parecería una tímida aproximación a la vida sexual que la TV y el cine muestran casi a diario, sin olvidar que el vídeo club de la esquina alquila cine porno para mirar en casa. Peor durante 1959 y 1960 la película provocó su pequeño escándalo en ambientes burgueses y suscitó tanta conversación como la Revolución Cubana, que era entonces un tema de moda. Algunos críticos se encogieron de hombros y concedieron a Los Amantes tan poca entidad artística como a los otros desplantes de Roger Vadim y Brigitte Bardot (en “Vida Privada”), Truffaut dirigió a Moreau en el peculiar triángulo de “Jules et Jim” y después Malle – Berdot – Moreau se juntaron insólitamente para la farsa anárquica y vagamente mexicana de “Viva María” (1965). Se trataba, en definitiva, de que en Francia el cine podía mostrar a ciertas mujeres sexualmente liberadas, con una franqueza y un desprejuicio que no tenía equivalente en el cine de otros países. Un resultado fue que para Jeanne Moreau en persona, el año 1960 terminó por ser decisivo. En la perspectiva de su carrera, Los Amantes es un título fundamental, aunque antes había colaborado en otros 22 durante una década.

Truffaut & Moreau
Jeanne Moreau nació en París en 1928, hija de padre francés y de madre inglesa, lo cual la convirtió en afortunadamente bilingüe. Tras el Conservatorio, tras 27 papeles en la Comedie Francaise y tras un primer estrellato en el Theatre National Populaire, junto a Gerard Philipe, aspiró a ser una diva teatral e interpretar a Sarah Bernhardt. Varias fallas en esos planes la resignaron al cine en 1949, con papeles de poca entidad, hasta que en 1957 se inició su romance con Louis Malle. Esto derivó al original “Ascensor para el Cadalso”, una intriga criminal donde ella y su presunto novio (Maurice Ronet) se buscaban durante todo el relato peor no llegan a compartir ni una sola escena. Poco después director y actriz hicieron Los Amantes y aterrizaron en la fama. Años más tarde, en un extenso reportaje (para Films in Rewiew, diciembre 1983), la actriz contó que Malle fue el primer director que le hizo prescindir del maquillaje. También dijo que la idea de Los Amantes nació de ella (“para mostrar la poesía y la fuerza del amor) y que la famosa escena erótica tuvo su precio. “Yo sabía que si interpretaba las escenas de amor como lo quería Louis, me podría elogiar como actriz pero me odiaría como mujer. Corrí el riego y perdí”. Allí terminó el romance, aunque su relación profesional con Malle prosiguió hasta 1965).

Moreau y Malle
El azar quiso que Jeanne Moreau se pusiera de moda justamente cuando hacia 1960 se iniciaban nuevas corrientes en el cine de Francia e Italia, sin olvidar las prolongaciones europeas a la carrera de directores norteamericanos, como Martin Ritt, Joseph Losey y Orson Welles. Se ha dicho con parcial error que Jeanne Moreau fue la actriz de la Nouvelle Vague, pero la verdad fue más amplia y compleja, como lo prueba la abundancia y variedad de sus papeles en el período. Con “Moderato Cantabile” (Peter Brook sobre Marguerite Duras) consiguió un premio a mejor actriz en el Festival de Cannes (1960). De inmediato recibió los mayores elogios de la crítica por una serie de personajes dramáticos en “La Noche” (Antonioni), en “Jules et Jim” (Truffaut), en “Eva” (Losey), “El Diario de una Camarera” (Buñuel), en “La Novia Vestía de Negro” (Truffaut), que fueron algunos títulos mayores en sus años de apogeo. El estrellato le permitió asimismo el lujo de participar con papeles de corta duración en películas centradas en otros protagonistas. Para esas secuencias breves Moreau trabajó sucesivamente bajo Welles, Frankenheimer, Foreman, Asquit, Fraker, Mazursky, Kazan, Losey, hasta 1976, con rodaje repartido entre Estados Unidos y varios países europeos. Fue su manera de extender la fama tras una docena de directores, superando las limitaciones de un mercado exclusivamente francés que nunca le conformó. Ese camino fue similar al trazado en diversos momentos por Danielle Darrieux, Michele Morgan, Simone Signoret y Catherine Deneuve. Actuar en inglés era una ventaja, desde luego. Pero también era importante saber mostrar en cámara la sensualidad ya motrada en Los Amantes. Prescindió de las habituales pretensiones de las Grandes Divas y reiteradamente personificó adúlteras, villanas y prostitutas, hasta la sórdida historia de “Querelle” (Fassbinder sobre Genet, 1982).
En la vida de Jeanne Moreau han desfilado resonantes éxitos teatrales (con “Pigmalión”, con “La Gata en el Tejado de Zinc”), una exitosa operación de cáncer (1962), dos casamientos y divorcios con hombres de cine (Jean-Louis Richard, William Friedkin).

Con Michel Piccoli en Diario de una Camarera