Rosalie Thomass y Kaori Momoi, protagonistas de «Fukushima, mon amour».

El sábado pasado comenzamos nuestro ciclo de cine debate en Las Cañitas, lugar al que retornamos luego de casi diez años, cuando en la librería Prometeo realizamos un programa de proyecciones, con títulos como “Once” (John Carney), “La visita de la Banda” (Eran Kolirin), “Cuatro Minutos” (Chris Kraus) y “El Sabor de la Noche” (Wong Kar-Wai). Lamentablemente, aquella sucursal cerró sus puertas y continuamos brindando nuestros cines debates en centros culturales, cafés y librerías de Palermo, Belgrano, Nuñez y Congreso, entre otros sitios.

En este caso, vimos la película de una de las realizadoras que más nos gustan del cine actual, Doris Dörrie, con la proyección de “Fukushima, Mon Amour”, uno de los cuatro largometrajes que la llevó a Japón (Sabiduría Garantizada, La mujer del Pescador y Cerezos en Flor, fueron las restantes películas que realizó allí) a retratar la relación entre una mujer japonesa, afectada por la tragedia de la central nuclear de Fukushima y una joven alemana que llega al país oriental buscando romper con un pasado traumático.

Vimos entre todos una película  que nos habla de la identidad, de conflictos emocionales que rompen fronteras,  de solidaridad que atraviesa lenguajes e idiomas, sin caer en golpes bajos y sensiblería. Doris Dörrie decidió utilizar una hermosa fotografía en blanco y negro para contarnos su historia, en un cruce habitual en su cine, entre tradición y modernidad, pasado y presente, oriente y occidente, en este caso citando a un clásico del cine como «Hiroshima Mon Amour», de Alain Resnais, estrenado en 1959.

Grato encuentro, con opiniones diversas que enriquecieron la mirada sobre la película.

¡Los esperamos las próximas para compartir más cine y charlas con películas de los realizadores más consagrados y los que están por descubrir, de los países más diversos.