DISPAROS EN LA SOMBRA

EL CINE NEGRO NORTEAMERICANO

Un curso de Dale Cine dictado por Sergio Zadunaisky

4, 11 y 18 de diciembre, a las 20, en Belgrano

Informes y reservas en [email protected]

El cine negro es mucho más que un conjunto de filmes poco iluminados apestando a sexo y violencia, tal como lo percibían los críticos de su época. Como ciclo se basa tanto o más en los elementos de estilo que en los contenidos. Y en términos de narrativa, gravita mucho más alrededor de temas complejos que de meros iconos. En los filmes del negro, uno no puede escapar de su pasado, y sólo afrontándolo podrá esperar algún tipo de redención, aunque sea exponiéndose a un revólver. El cine negro gira en torno a la causalidad. Los acontecimientos se entrelazan, como una cadena irrompible que conduce inevitablemente a un final más que anunciado. Es un universo determinista en el que la psicología, la casualidad, e incluso las estructuras de la sociedad, pueden, en último término, anular las posibles buenas intenciones o las esperanzas de los protagonistas.

¿Cómo logró un ciclo de cine americano convertirse en uno de los movimientos más influyentes de la historia del cine? Durante su período clásico (1941-1958), el cine negro –film noir en inglés y francés– fue objeto de burla entre los críticos de la época, los principales estudios –Paramount, Twentieth Century-Fox, MGM y Warner Bros.– solían relegar su «cine criminal» a las unidades de bajo presupuesto (cine B) y lo estrenaban en la parte floja de los programas dobles, mientras que los demás estudios de importancia –RKO, Universal, United Artists y Columbia– producían películas negras como churros, sin el menor disimulo. Evidentemente, hubo excepciones de prestigio, nominaciones a los Oscar como El halcón maltés (1941, Warner Bros.), Laura (1944, Twentieth Century-Fox) y Pacto de Sangre (1944, Paramount); pero ni los honores más importantes lograron salvar dichos filmes del menosprecio generalizado de la crítica.

Así pues, con tanto oprobio crítico y con tanto desdén por parte de la industria con respecto a su valor comercial, ¿cómo consiguieron estas películas revalorizarse hasta llegar a ser clásicos del «cine negro»? ¿Cómo se convirtieron en una gran influencia para las siguientes generaciones de cineastas: Quentin Tarantino, Roman Polanski, Francis Ford Coppola, François Truffaut, Martin Scorsese, Claude Chabrol, Lawrence Kasdan, Luc Besson, Takeshi Kitano, David Fincher, Bertrand Tavernier, Stephen Frears, Spike Lee, Bryan Singer y Neil Jordan entre otros?

Durante la ocupación nazi, los franceses se habían visto privados durante casi cinco años de los largometrajes norteamericanos, y cuando por fin pudieron verlos a finales de 1945, notaron en algunos de ellos un oscurecimiento no sólo del ambiente, sino también de la temática. Los jóvenes críticos y cineastas de la publicación Cahiers du Cinéma –Claude Chabrol, François Truffaut, Jean-Luc Godard y Eric Rohmer, por citar unos pocos– empezaron a examinar la obra de directores de este tipo de filmes, como Nicholas Ray, Robert Aldrich, Fritz Lang, Jacques Tourneur, Robert Siodmak y Anthony Mann.

Las raíces del cine negro son profundas y diversas. Literariamente bebe con avidez de obras de la escuela hard-boiled, escritas por Dashiell Hammett, Raymond Chandler, James M. Cain, David Goodis, Cornell Woolrich y otros autores similares, aunque también recibe el influjo de naturalistas como Emile Zola o Ernest Hemingway. El expresionismo alemán, con su iluminación de claroscuros, sus ángulos de cámara distorsionados y sus simbólicos diseños, fue probablemente la influencia más significativa en la estética del cine negro. La imagen visual del cine negro bebe, también, de las pinturas  de Edward Hopper y Reginald Marsh y de las espeluznantes fotografías de crímenes de WeeGee. En pocas palabras, lo que llama la atención del espectador es: la iluminación de baja intensidad, al estilo de Rembrandt o Caravaggio, que caracteriza a la mayoría de los filmes del período negro clásico. Sombras y luces no sólo pugnan en exteriores nocturnos, sino también en oscuros interiores protegidos de la luz del día por cortinas o persianas de lamas. La luz lateral, intensa y sin filtros, así como la luz de los contornos, revela únicamente parte del rostro para crear, por sí sola, tensión dramática.

La mujer fatal. El elemento más subversivo de la mayoría de filmes del cine negro es el personaje femenino, a menudo una mujer fatal. En décadas recientes, la crítica feminista, por ejemplo, Camille Paglia en Vamps and Tramps (1994) y un estudio que ha hecho época, Women in Film Noir (1978), ha rescatado a la mujer fatal, la viuda negra, la mujer araña, de la percepción masculina, que las veía como brujas malvadas y castradoras. En su lugar, en estos estudios se ha visto a un buen número de personajes poderosos y seductores que proporcionan una posible alternativa al rebelde masculino. Para la mujer fatal, el objeto de escarnio, más que un universo absurdo, es el patriarcado masculino. La crítica posfeminista ha analizado este tipo de personajes y ha hallado a mujeres muy fuertes atrapadas en un universo dominado por los hombres, dispuestas a utilizar el arma que sea necesaria, incluida su propia sexualidad, para nivelar de alguna manera el campo de juego.

Lenguaje

El cine negro extrae su fuerza verbal de la denominada novela negra o hard-boiled.

Poesía hard-boiled. En los libros de este género abundan las frases típicas del cine negro. Los diálogos están plagados de caracteres que producen los más inteligentes comentarios, desde dobles sentidos a conceptos poéticos.

Narración en off. La narración en primera persona era un recurso muy popular entre los escritores de novela negra. Y en las películas, sirve a varios propósitos. En primer lugar, sitúa al espectador en la mente del protagonista, para que pueda experimentar de forma más íntima la angustia del personaje. Y lo que es más importante, le obliga a identificarse, al menos en parte, con el narrador, por muchos defectos que tenga y por mucho que sea capaz de un comportamiento criminal o incluso de arrebatos psicopáticos, como en tantas obras clásicas del género.

En el siglo XXI el entusiasmo por el cine negro sigue incólume. En televisión, un buen número de series, desde la Dragnet original (1951–1959) a NYPD Blue (Policías de Nueva York, 1993–) ha asimilado los valores y actitudes del cine negro a su propio género. En radio, el programa A Prairie Home Companion dedica un espacio a un personaje llamado Guy Noir, Private Eye (Tipo Negro, detective privado). En literatura, los escritores de los géneros neo-noir y neo-hard-boiled, desde James Ellroy (Los Angeles confidencial, 1990), dominan el mercado del suspense. Y en el cine, los videojuegos o los cómics, la influencia omnipresente del cine negro sigue al acecho entre las sombras, siempre dispuesta a emerger y aportar color –o más bien a reducir a la monocromía del blanco y negro– cualquier argumento, personaje o imagen. ¿A qué llamamos cine negro? Esperamos que este libro aporte algunas pistas sobre su definición e impulse al lector a volver al cine, puesto que es allí donde se encuentran las escenas que encendieron la imaginación del público durante el período clásico, donde su macabra filosofía inspiró a una nueva generación de cineastas, donde se encuentra el corazón de esa particular oscuridad conocida como cine negro.

(Extracto del texto en el libro “Cine Negro” (Editorial TASCHEN).