Crítica publicada originalmente en Visión del Cine: https://visiondelcine.com/estrenos-de-la-semana/el-esgrimista-klaus-haro/
El esgrimista de Klaus Härö
El esgrimista, basado en un suceso real. entrega un drama donde la historia y el deporte se dan la mano .
Ramón Fonst (1883-1959), esgrimista cubano ganador de la primera medalla olímpica para un país americano (sin contar a los E.E.U.U.), declaró una vez: “Claro está, siempre tuve la razón. Sin razón no sería capaz de batirme con nadie. Mis victorias despertaron envidias en algunos semejantes y hablaron mal de mí, quisieron hacerme daño. Yo contestaba con un reto.” Estas palabras podrían representar al estoniano Endel Nelis, nuestro héroe en El esgrimista.
En la Rusia estalinista, Endel tiene un hecho del pasado que lo condena a mantenerse fuera de las grandes urbes, por lo que decide irse a vivir a un pequeño pueblo, cambiar su nombre e inscribirse como profesor de educación física en un colegio. El esquí es la primera disciplina que aparece en el programa escolar, aunque no llega a brindar ninguna clase ya que los equipos fueron destinados al ejército. Aparece entonces la posibilidad de volver a una práctica que había dejado de lado: la esgrima. Impulsado primero por la pequeña Marta, una de sus alumnas, Endel incorpora el deporte entre sus alumnos, despertando el entusiasmo del grupo. Los directivos del colegio son reacios y el director comienza a investigarlo, sospechando de su pasado.
La película de Klaus Härö transita por una historia que por todos conocida, aunque juegan a su favor la empatía que genera el protagonista, sus alumnos y una maestra que lo apoya, lo quiere y estimula, y van ganando la complicidad y el cariño de los espectadores. Recordé películas como Los Coristas (Les Choristes, 2004) en donde un profesor impulsa el entusiasmo y el amor de sus alumnos, más allá de las convenciones y las limitaciones institucionales.
En conclusión:
Una película basada en un hecho real que toca el tema de la paternidad, institucional y familiar, atravesando tópicos conocidos pero no exentos de emoción.
Sergio Zadunaisky