En tiempos de construcción de muros, vigilancia orwelliana y puertas cerradas, Aki Kaurosmäki abre ventanas y permite, sin dejar de mostrarnos la dureza y lo áspero del camino, que hay aire, luz y humanidad en su cine y sus personajes. Que el otro es uno al fin y al cabo y que luchar por derechos y dignidad es una tarea que se construye en el cotidiano.
“Solo hay esperanza si las mujeres se alzan y se rebelan”, dirá este realizador melancólico, amante de Gardel y las bebidas, acerca del destino de la humanidad y de los pueblos. “Prefiero impactar a un único espectador que entretener a millones de personas”, confesará también en una entrevista, un realizador que se pone del lado de los perdedores, porque él mismo se considera uno de ellos.
Un cine poblado de personajes hieráticos como los que vemos en las pinturas de Edward Hopper, pero empáticos aunque casi no se expresen y rían, como los interpretados por el gran Buster Keaton en sus comedias. Anti héroes que resisten y abrazan desde su condición humilde y proletaria sus ideales, contra viento y marea, frente a los embates de una sociedad hostil que busca enajenarlos.
“El Otro Lado de la Esperanza”, ganadora del Oso de Plata a Mejor Director en el Festival de Berlín, aun no se estrenó en la Argentina. Esperamos poder ver otro capítulo de la novela Kaurismäkiana sobre el lado B de las cosas que nos rodean.
La sinopsis del filme, publicada en Filmaffinity, dice: Helsinki. Dos destinos se cruzan. Wikhström, de 50 años, decide cambiar su vida y abrir un restaurante. Khaled es un joven refugiado sirio que llega a la capital finlandesa por accidente. Su solicitud de asilo es rechazada pero decide quedarse de todos modos. Una tarde, Wikhström se lo encuentra en la puerta de su restaurante y, emocionado, decide ofrecerle su ayuda.
Link para ver la entrevista a Kaurismäki sobre «El Otro Lado de la Esperanza»: https://www.youtube.com/watch?v=ebyJr78u2j0