“Por eso creo que siempre me gustaron las películas de Fellini, porque él parecía capturar el espíritu y la magia de hacer una película (…) Lo que me gustaba de Fellini era que él creaba imágenes sin que aún supieras qué significaban literalmente, te hacía sentir algo. Incluso pensaba que no entendía completamente mucho de lo que ellas me decían, No era crear imágenes por crear imágenes, yo podía sentir el corazón detrás de ellas. Eso es lo que su trabajo significaba para mí, esas cosas no tienen por qué ser literales. No tienes que comprender todo.” Tim Burton
“Tenemos el mismo cumpleaños. Creo que es un amor por las abstracciones. El cine es un lenguaje hermoso que puede contar tanto abstracciones hermosas como cosas concretas”. David Lynch (Tomado de una entrevista al realizador italiano en el Festival de Cine de Roma: https://www.hollywoodreporter.com/news/rome-film-fest-david-lynch-remembers-federico-fellini-1049914
LAS FUENTES DEL MAESTRO
Federico Fellini comenzó su carrera como guionista y ayudante junto a un grande del cine como Roberto Rossellini, cineasta que lo influyó en sus primeras épocas, y del cual supo luego desmarcarse. En 1950 dirige su primera película, Luces de Variedades, junto a Alberto Lattuada. Ya a comienzos de los sesenta, luego de filmes como Los Inútiles (1953), La Dolce Vita (1960) y Fellini 8 ½ (1963), su figura había crecido tanto que el nombre Fellini era una marca registrada. La sombra del gigante fue creciendo y otros cineastas (o futuros cineastas) comenzaron a tomarlo como referencia, fuente de inspiración y guía para sus propios trabajos.
Fellini declaraba no encontrarse deslumbrado por grandes figuras de la cultura y que sus referentes pasaban más por los géneros populares como el western o el cine cómico (Charles Chaplin y Buster Keaton) que por obras de un pretendido intelectualismo. Sus raíces bajo la tutela del director de Viaje en Italia (1945) le hicieron declarar en un momento: “… Y esta es la auténtica lección que aprendí de Roberto Rossellini: la humildad ante la cámara y en cierto sentido la extraordinaria fe en las cosas fotografiadas … en los hombres, en sus caras”. La formación neorrealista confluyó con su pasión por el dibujo, la caricatura y el amor por el espectáculo y el circo. Con el transcurrir del tiempo, la carrera de Fellini fue demostrando una revalorización de la falsedad y el artilugio por sobre la verdad y la realidad. (“Me he inventado todo para luego poder contarlo”, dijo alguna vez. Para él no era necesario que las cosas que se ofrecieran fueran auténticas, lo que debías serlo es la emoción que se advierte cuando se ve, cuando se expresa.
EL MAESTRO COMO FUENTE
Si Fellini tuvo referentes y mentores, sus huellas a la vez pueden encontrarse entre otros, en autores tan dispares como Terry Gilliam, Tim Burton, Woody Allen, Pedro Almodóvar, Peter Greenaway, Wes Anderson, Martin Scorsese, David Lynch y Leonardo Favio. Almodóvar confesó haberse inspirado en la Giulietta Massina de Las Noches de Cabiria (1957) para la composición de su personaje de Kika en el filme homónimo de 1993. Greenaway llamó a una de sus películas 8 y ½ Mujeres (1999), el malogrado cineasta argentino Lucho Bender, hablando de su filme coral Felicidadades (2000) confesó estar más influenciado por el director italiano que por Robert Altman; el inquieto y sorprendente Wes Anderson filmó su hasta ahora última película, La Vida Acuática, en Cineccitá, la “segunda casa” de Fellini, en un evidente homenaje al gran director italiano, y Terry Gilliam tiene entre sus diez filmes favoritos a 8 ½.
En el caso de Woody Allen, éste se acercó aún más a la figura de Fellini en Recuerdos (1980) retratando a un director que decide cambiar de rumbo y filmar por primera vez un drama en vez de la acostumbrada comedia y por eso vive torturado y acosado por el público y la prensa. Las referencias a 8 ½ son explícitas y aquí Allen también se plantea su función como artista y creador de un mundo propio y autónomo, pero dependiente a la vez de productores, periodistas y audiencia. Ambos filmes presentan una galería de personajes estrafalarios, en un recorrido no lineal que intercala sin previo aviso escenas oníricas con otras “reales” e incluso de rodaje dentro del filme.
Pero si el cine de Fellini ha influido de manera notable, es sobre todo en dos artistas y realizadores norteamericanos, David Lynch y Tim Burton. En ambos, la maquinaria visual proviene de su inclinación natural al campo de las artes plásticas en el primero, y el comic en el caso del segundo. Esto provoca que sus obras se caractericen por su sistemático rechazo a la realidad. Si Fellini prefería recrear a su manera lugares de Roma en Cinecittá, Lynch aparece preocupado por un orden paralelo al cotidiano, un mundo de desconocida locura, muerte y perversidad, desafiando lo que percibimos de forma habitual en nuestro cotidiano. En el caso de Burton, este rasgo se evidencia en su predilección por el género fantástico. Paradigma de esto es Vincent, corto animado y uno de sus primeros trab8ajos, donde el protagonista, un niño de siete años que decide apartarse del mundo real y (re)construye su entorno cotidiano con imágenes referenciales del cine de terror y textos de Edgar Allan Poe. Y si casi todas las historias de Fellini tienen que ver con la subjetividad, lugar en donde la memoria y los recuerdos, falsos o no, lo tiñen todo (lo que entre otras cosas, lo acercan a su contemporáneo Alain Resnais, en una nota que merecería escribirse aparte). Burton y Lynch basan gran parte de sus películas en sus propias experiencias. La persistente recurrencia del realizador de Terciopelo Azul (1986) de volver a su adorada Norteamérica de la década del cincuenta, como demuestra en la película mencionada. La figura del propio Burton se refleja en alter-egos claramente diferenciados de sus semejantes, como en sus filmes Batman (1989) y El Joven Manos de Tijera (1990), entre otros. Queda demostrado, en ambos realizadores, que no pueden ni quieren escaparle a sus fantasmas.
Burton enfatiza aún más sus puntos de contacto, ya sea por su fascinación por lo fantástico y lo maravilloso, la referencia directa al circo en El Gran Pez (2003) o por la utilización de figuras como El Pingüino y sus payasescos personajes en Batman Vuelve (1992), sumados a la música de Danny Elfman y sus claras referencias a Nino Rota, compositor de muchas obras de Fellini, sobre todo a La Strada (1954) y 8 ½ . Es, quizás en El Gran Pez, donde la conexión con el mundo felliniano se hace más visible. Allí, el relato oral se impone a la realidad, y la imaginación y subjetividad del narrador se imponen a los acontecimientos fácticos y concretos, rasgos característicos del gran director italiano.
Por último, si Fellini tuvo a Marcello Mastroianni como su figura especular y emblema en 8 ½, Lynch haría lo propio con Kyle MacLachlan, sobre todo en Terciopelo Azul, cuando lo eligió como protagonista a la que era su pareja en la vida real, Isabelle Rossellini (curiosamente aquí es donde el hecho se muerde la cola, ya que ésta es la hija de Roberto). Tim Burton, junto a Johnny Depp, han conformado también una de las duplas más simbióticas de la historia del cine, reflejada sobre todo en El Joven Manos de Tijera y Charlie y la Fábrica de Chocolate (2005), en este último, el rescate de la figura del artista vuelve a acercar a Burton con el gran Federico.
Sergio Zadunaisky (Publicado en la revista “Leer Cine, abril 2006)