“Disculpen las molestias, esto es una revolución”. Subcomandante Marcos
“No nacemos como mujer, sino que nos convertimos en una”. Simone de Beauvoir
Fuimos a ver el estreno de esta nueva versión de una pieza que según dijera el gran “Tato” Pavlovski, era “un magnífico calidoscopio teatral”. No hay una historia al uso, un relato con un principio, un medio y un fin convencionales, cada escena de la obra es un manojo de sensaciones, estados de ánimo. Al salir de la sala, sentía aún el rebote de esas criaturas briskianas, repletas de vida.
Ana (Valentina Ñonquepan) y Eugenia (Romina Seguí) son dos mujeres, dos primas que comparten sus días en las ignotas habitaciones de un hotel y se aman. Trabajan allí como empleadas y juntas sueñan una revolución. En sus diálogos aparecen reproches, maldiciones y palabras de amor. Los cuerpos se tocan, se acarician y se repelen. Los diferentes cuartos de ese “no lugar” apenas las contienen. Hay algo en el aire que parece siempre a punto de estallar para luego contraerse. Puede respirarse la electricidad que producen. Eugenia y Ana someten el espacio a sus designios. Componen un universo femenino en llamas.
ENTREVISTA A ROMINA SEGUÍ, ACTRIZ Y BAILARINA, UNA DE LAS PROTAGONISTAS DE LAS PRIMAS
Valentina Ñonquepan junto a Romina Segui (derecha)
-Hola Romina, gracias por concedernos la entrevista. ¿Cómo fue tu acercamiento a Las Primas? Conocías ya la obra?
Las Primas fue la primer obra de Norman que vi. Yo llegaba a su escuela Calibán, tenía 24 años y estaba súper ávida por aprender teatro. Pero también por aprender de la vida, por vivir otras experiencias. Recuerdo las palabras de otro maestro de teatro que nos decía: “Si quieren actuar vayan a vivir y vuelvan.” Y creo que no se equivocaba. Si bien ya venía de otras escuelas, Norman fue, sin dudas, el mejor maestro que tuve de actuación.
Como te decía, la primera obra que ví fue Las Primas y no entendía nada… Las obras de Briski son muy singulares, a veces un tanto herméticas, y había algo en eso (sin saber el porqué) que me atraía. Desde el primer momento sentí empatia por el rol de Eugenia. Me causaba gracia…no entendía bien de que me estaban hablando pero sí sabía que me gustaba, me daban ganas de preguntar, de leer, de saber más. De ahí que en el teatro no sea tan importante “entender” sino sentir. Y para sentir hay que estar permeable, abierto, con todos los sentidos dispuestos. El hecho teatral termina siendo un hecho sensible.
-Una vez convocada, ¿qué te interesó del texto?
En esta oportunidad no fui convocada sino que yo elegí hacer la obra. Pasaron años desde que la vi por primera vez y sentía que estaba pendiente el abordar este texto, pero no fue precisamente el texto (o tal vez sí) lo que me impulsó. Fue esa atmósfera que habían logrado aquellas actrices y que me llegaron de tal manera que hicieron que me sienta identificada con la obra. Creo que esa identificación me llevó a querer actuarla. Y por otro lado la premisa siempre presente de Briski, su famoso: “no esperen a nadie” me terminó de impulsar para llevar adelante esta obra. Fue así como empecé a pensar en posibles directores. Tuve una reunión con una muy querida psicóloga-dramaturga- actriz, Cristina Armada. Yo había tomado un seminario de exploración teatral hacía varios años con ella y fue ella misma quien me sugirió que sea yo quien dirija Las Primas. Me quedé pensando varios días sobre su idea pero no me terminó de convencer. Yo nunca estudié dirección. Si bien uno al actuar siempre esta dirigiendo, de algún modo, mis experiencias me decían que es mejor tener una mirada de afuera, alguien que pueda guiar el proceso creativo. Alguien que sepa del asunto. Y así fue que lo encontré a nuestro querido dire Guillermo Bechthold (director y escenógrafo de Las Primas) quien se puso sumamente contento cuando le propuse hacer esta obra. Me dijo : ¿De verdad? ¿Quieren hacer Las Primas? ¡Siempre quise dirigir Las Primas! Y así nació la obra, de la suma de nuestros propios deseos. Luego se incorporó al elenco Florencia Collaud nuestra querida asistente de dirección. El rol del asistente es bastante ingrato…tenés que estar en todas. Te piden de todo por todos lados. Viene a ser el arquero de la cancha…y tenemos una gran suerte porque Flor se ataja todas las pelotas. Armamos un lindo equipo de trabajo y por eso me siento muy contenta y agradecida.
-Cómo sentiste a tu personaje? Qué te atrajo de Eugenia para interpretarlo?
Bueno esto que te decía, si bien no comprendía totalmente su accionar, había algo que me atraía, que me gustaba de ese rol. Con Norman no hablás de personajes sino de roles. Hay otras escuelas en donde te enseñan composición de personajes y está muy bien que exista, pero en Calibán la premisa es otra. Ahí lo importante es el despojo, dejar todo lo agregado, lo accesorio para poder ser uno mismo y yo creo que en el teatro uno tiene la libertad de ser uno mismo. Y eso es tan lindo… porque no me quiero parecer a más nadie. La búsqueda de lo singular, lo distinto, lo particular. Lo que buscamos es la aproximación de los roles con uno mismo. Sería ¿Qué tengo yo de este rol, de Eugenia? Y ahí empieza la diversión…porque claro, hay un montón de cosas que yo Romina sí tengo del rol y otras tantas que no. Y ahí está el oficio del actor que, en gran parte, se basa en la imaginación. Si yo no tengo ciertas cosas, las imagino, las creo de tal manera y con tal verdad que hacen que el espectador dude y termine por entrar en el juego. Lo importante es jugar a fondo con la verdad. Muchos dicen que el teatro es un buen juego para los mentirosos y yo creo todo lo contrario, en el teatro hay que ser lo más verdadero posible. O mejor dicho, en el teatro construimos mentiras verdaderas y en ese construir con el otro está el goce.
Eugenia, al igual que yo, es una persona que se apasiona, se entusiasma con la vida y acciona en consecuencia. Es una persona que está muy vinculada con el deseo y la acción. No se posterga no se pospone. Le pone el cuerpo a su vida. Vive a fondo sus emociones y eso, a veces, le genera conflictos con su entorno. En la obra esto queda a la vista por las diferencias que tiene con su compañera Ana, quien tiene una lógica muy distinta a la suya. Ana es mucho más contemplativa, está mas deseosa de tener ciertas comodidades y no quiere ser explotada, utilizada. Ana es mucho mas medida y le dice a Eugenia: “No tenés economía alguna, ni política amorosa” a lo que Eugenia le responde “Yo te amo”. Y más tarde Ana le dirá: “Tu lógica asusta, tu régimen es muy distinto al mío”. Pero sin embargo con el devenir de la obra vas viendo que, en el fondo, todos los opuestos no sólo se atraen sino que también tienen cosas en común. Yo creo que Eugenia y Ana tienen “formas” de vincularse muy diferentes pero tienen en común el enorme deseo y la gran potencia necesaria para transformar el entorno, la realidad en la que están inmersas. Me parece que lo más potente de esta obra es la vinculación y el amor que ellas se tienen (a pesar de sus diferencias) y las ganas enormes de cambiar la realidad, de generar una ruptura, una discontinuidad en el tiempo. Por otro lado hacer hoy día Las Primas siento que es algo necesario, la potencia femenina, la ley a favor del aborto, el movimiento que se sigue potenciando es muy fuerte y nadie nos va a parar si nos mantenemos unidas.
– Cómo fue tu trabajo con Valentina Ñonquepan?
Hermoso. Con Valentina nos conocimos haciendo otra obra “Yvonne, princesa de Borgoña” del genial Witold Gombrowicz. Ahí, por ejemplo, sí trabajamos la composición de personajes. A mi me tocó interpretar el rol de la reina. Recuerdo ese personaje con mucho cariño. Fue la primera vez que me dieron un texto y salí de la reunión hablando y caminando como el rol. Fue increíble. Nunca me había pasado. Generalmente uno trabaja en laboratorio, hace una búsqueda de voz, de cuerpo, elije cosas, descarta otras. Fue la primera vez (y la única creo) que un rol se me mete así tan pronto al cuerpo. Una gran experiencia a nivel actoral y personal. Hoy día me sigo hablando con varios de los actores y actrices de ese proyecto. Y con Valen fue genial porque a partir de esa obra comenzamos a construir una amistad. Y también seguimos trabajamos juntas. Valen es directora de cine y me ha llamado para actuar en algunos de sus cortometrajes y series. Hermosas experiencias todas. Me parece que esto es lo maravilloso del teatro, que no sólo te da proyectos sino amistades.
-¿Trabajaste también en cine y vídeo? Cómo fue tu experiencia en ese campo respecto al lenguaje teatral
En cine casi no tengo experiencia. Sólo filmé unas escenas para una peli ultra independiente que se llama “El destino del Lukong”, una suerte de parodia grotesca de situaciones comunes, de historias mínimas con ciertos toques de fantasía y acción. Ahí me tocó hacer una escena de una médica municipal (borracha) que tenía como misión reconocer los signos vitales de un muerto para declararlo como tal. Entre las médicas le terminan robando la plata al muerto, una escena bizarra. Lo curioso es que en la peli terminaron actuando actores como Darín, y una cantidad de famosos que ya no recuerdo. Viajamos a Necochea en donde se realizó la proyección de la película. Lo más lindo de eso fue ver el cine lleno de chicos y chicas jóvenes riéndose de nuestras payasadas. Luego se filmó la segunda parte que se llamó “Back to the Siam” (la idea de la Siam la tomó el dire cuando le conté que en mi casa tengo una heladera Siam original, que un día compraron mis abuelos en los años peronistas de la Argentina); donde también tuve una pequeña participación bailando un tango y leyendo un veredicto en un estrado de la justicia.
Me encantaría actuar en cine, que me llamen para explorar ese otro mundo que, en definitiva, no es tan distinto al teatral. Me parece que son mecanismos diferentes. Otras formas de abordar la actuación. A veces noto un sesgo “elitista” entre el cine y el teatro. Como si hacer cine fuese más importante que hacer una obra under. No estoy de acuerdo con esa división. Me parece que son lenguajes diferentes. Tal vez tenga que ver con que en el cine, como en la televisión, todo es más caro. Time is money. No se puede perder el tiempo porque perdés guita. Después tenés al que se mata por filmar una peli documental con una cámara y dos mangos pero tal vez tiene una buena historia que contar, algo para decir. Tengo experiencia filmando cortometrajes y ahí sí tuve que aprender que un gesto teatral es demasiado expresivo para lo que te pide la cámara. Vos en teatro tenés que lograr llegar a la gente, a veces la sala es grande y por ende la expresividad que se requiere es otra. En cámara menos es más, todo es más chico y molecular. El gesto no requiere de la misma proyección que en el teatro. Y eso se aprende haciendo, andando. Después viene la edición y la composición del dire y queda maravilloso….Te ves y decís guau, que bueno que está. ¿Eso hice yo? La música, el arte, la fotografía, son muchos los ingredientes que colaboran en lo fílmico.
Si bien en el teatro también tenés la escenografía, el vestuario, la música, el maquillaje, las luces; la cosa es diferente. Ahí no podes parar y volver a grabar. Ahí sucede lo que sucede y cada segundo que pasa se fue, se acabó y ya no vuelve más. Si te equivocaste seguís, no hay lugar para la edición como en el cine. Sin dudas me considero un bicho teatral en primer lugar, por mi experiencia corporal. Vengo del deporte y la danza. No concibo el teatro sin el cuerpo-cabeza. Norman también considera al teatro como un deporte. Pero sería un deporte más interesante porque le agregás la cabeza, el pensamiento, la creación. El teatro logra la maravilla de juntar todas las formas expresivas en un mismo lugar. Tiene un fuerte origen libertario.
-Contanos de tus trabajos este año y si ya tenés otros proyectos en los que estés trabajando?
Este ha sido un gran año para mí. No dejé de hacer teatro. Las Primas es la quinta obra que hago en 2018, batí mi popio récord. Nunca hice tantas obras juntas. Reconozco que tal vez fue demasiado… Me gusta hacer dos o tres cosas nada más para disfrutarlas bien. A veces uno se entusiasma pero el cuero no te da para todo. Hay que hacerse cargo! Pero no me puedo quejar. Estoy haciendo algo que amo profundamente y que elijo todos los días. Dos de las obras que hice, Habeas Corpus y Kilombo fueron por casting. En La verdadera historia de verdad, una pequeña comedia, fui convocada por un querido amigo actor, Hilario Quinteros, a quien aprecio mucho. Y luego vinieron los dos proyectos que más ansié hacer “Esqueletos” y “Las Primas” porque en ambos casos elegí los textos y pude convocar a dos hermosos equipos de trabajo. Me siento muy feliz por ese logro. Hoy día y con todas las dificultades económicas y sociales, se hace muy difícil llevar a buen puerto cualquier proyecto independiente. Me parece que es fundamental seguir defendiendo con amor y técnica el oficio que uno elige. No es fácil para nada. Es muy tentador bajar los brazos. El esfuerzo que requiere lo independiente sólo lo sabemos quienes lo hacemos. Nunca podremos competir contra Netflix pero ellos tampoco pueden competir con nosotros. Somos minoría pero con una enorme potencia porque sabemos que nosotros tenemos algo. Los actores tenemos algo, algo que queremos decir.
Por ahora estoy enfocada en disfrutar de Las Primas, en seguir explorando la obra. Tengo en mente otra obra que me propusieron hacer pero por este año ya es suficiente. ¡Necesito vacaciones!