Hoy se cumplen cien años de la muerte de Frank Baum, autor de El maravilloso mago de Oz, una obra emblemática de la literatura infantil universal, publicada en el año 1900, y que inauguró una serie de catorce novelas. En 1939, Hollywood llevó la historia al cine, convirtiéndose también en un clásico ineludible. Sergio Zadunaisky se refiere a al autor y a la obra, y al singular cruce de géneros de esta pieza maravillosa.
Por Sergio Zadunaisky
“Oz simplemente pone al descubierto las emociones primitivas,expone nuestras ansiedades infantiles sobre el abandono y la impotencia,y trae a la luz la tensión entre las comodidades represivas del hogar y los terrores liberadores de lo desconocido que marcan todas nuestras vidas adultas”.Trevor Johnston, Time Out
El origen de la historia se halla en un cuento que L. Frank Baum inventó y relataba a sus hijxs y sus amigxs. El nombre de Oz tuvo un origen casual y no derivó de la consulta a ninguna biblioteca: cuando los niños que escuchaban su cuento le preguntaron cómo se llamaba su país imaginario, sus ojos se fijaron en su archivador de correspondencia que indicaba OZ (completando el archivador A-N).
El Maravilloso Mago de Oz, publicado en 1900, planteaba un quiebre, una ruptura con el cuento de hadas tradicional, donde no era un héroe quien guiaba la historia, sino una heroína. De hecho, Baum se oponía a los relatos victorianos de hadas, y llamó al suyo “cuento de hadas modernizado”. A diferencia de los cuentos de Alicia, el argumento de El Mago de Oz sigue una línea narrativa lógica, con personajes estables y coherentes, dentro de los parámetros de los cuentos maravillosos.
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