MÚSICA MAESTRO!

Taller de Dale Cine dedicado a analizar películas musicalizadas por Ennio Morricone, dictado por Sergio Zadunaisky, crítico y docente de cine y medios

Miércoles de agosto, 20 horas

Reservas en [email protected]

SOBRE ENNIO MORRICONE

Con la pérdida del más icónico y popular de los mal llamados “compositores de bandas sonoras”, se va una forma de entender el cine y el arte popular del siglo XX. Ennio Morricone supo, como nadie, condensar la faceta de compositor intelectual, músico popular y casi estrella del rock, capaz de llenar estadios con sus conciertos cuando ya era un octogenario. Fue el hilo de unión entre el cine comercial, de género, de autor y político. Pero, sobre todo, fue un trabajador incansable, estajanovista, cartesiano, meticuloso y obsesivo: “La inspiración no existe, solo existe el trabajo, el tesón, la constancia”, dijo en una ocasión.

Clásico de formación y vanguardista de vocación, siempre estuvo fuera de las modas. Tenía la capacidad para saltar de un género a otro casi sin inmutarse, ya que su música era un género en sí mismo. Así fue como se mantuvo en primera línea durante más de cinco décadas. Podía pasar de trabajar con Sergio Leone o Bernardo Bertolucci a, inmediatamente después, escribir la música de un wéstern de serie B o de un filme erótico japonés protagonizado por Cicciolina. Ni entendía ni se tomaba el éxito en serio, tan solo le interesaba la música. Y para él, el cine era una fuente inagotable de experimentación.

En su obra se puede llegar a una conclusión musical pasando por tres películas anteriores, que muchas veces eran (geniales) borradores de una obra final sublime. En su música pueden convivir con perfecta fluidez el vanguardismo más arriesgado y la música concreta con la más comercial, elegantes melodías con otras que sobrepasaban el límite de la cursilería, el sonido más delicado y también el más vulgar. Y siempre era pretendido, buscado, pensado milimétricamente, según las necesidades que él entendía que tenía cada película.

Tenía la asombrosa habilidad para, como la energía, no crearse ni agotarse, sino transformarse. Cuando llegaba a un punto donde parecía que su música se anquilosaba o se repetía, Morricone ofrecía una obra totalmente nueva, y que era el germen de un ciclo distinto. Nunca se quedó atrás. Inventó la música del spaghetti-western en Por un puñado de dólares (1964), y la reinventó en Hasta que llegó su hora (1968). Incluso se permitió el lujo de parodiarla en Mi nombre es Ninguno (1973), cuando el género empezaba a agotarse. Al mismo tiempo, alumbró la música de casi todos los subgéneros de la cinematografía italiana, en una época tristemente irrepetible: del giallo de Argento y Fulci, al cine político de Petri y Pontecorvo, el drama romántico de Bolognini, el asumido feísmo sonoro de las inclasificables obras de Pasolini, o el erotismo soft de Patroni Griffi. También alcanzó notoriedad en Francia, al reinventar el polar a las órdenes de Verneuil o Boisset, y trabajó en España con Almodóvar (¡Átame!).

Su relación con Hollywood fue más bien agridulce. Aunque escribió la música de algunos filmes a lo largo de los años, como Dos mulas y una mujer (Don Siegel, 1970), El exorcista 2: el hereje (John Boorman, 1977), Días del cielo (Terrence Malick, 1978) —su primera nominación al Oscar— o La cosa (John Carpenter, 1982), se negó a seguir trabajando en EE UU, ya que se consideraba mal pagado. No fue hasta el apabullante éxito de La misión (1986) cuando se asentó en la industria y se convirtió en unos de los compositores mejor valorados y remunerados. Obtuvo otras cuatro candidaturas al Oscar, que siempre le eran arrebatadas. El codiciado premio le llegó tarde, en forma de galardón honorífico, en 2008. Después consiguió otro a la mejor banda sonora por su colaboración con Tarantino en Los odiosos ocho (2015)

Se nos va el hombre que trabajó hasta el último aliento de su vida (sin ir más lejos, el año pasado ofreció varios conciertos multitudinarios en España), pero siempre nos quedará su obra, de un incalculable y vastísimo legado, casi inabarcable, sus más de 500 películas y otros tantos discos, que a buen seguro serán objeto de estudio, análisis y deleite para las generaciones venideras. Aunque de momento, este placer es solo nuestro. Celebrémoslo.

José María Benítez es productor discográfico, fundador del sello especializado Quartet Records. Publicado en “El País”, de España

PROGRAMA

5 de agosto: Clase 1

Sostiene Pereira (Roberto Faenza, 1996)

Lisboa, 1938. Dictadura de Salazar. Adaptación de la novela homónima del escritor italiano Antonio Tabucchi. En 1938 (anexión de Austria por Alemania), cuando los totalitarismos triunfan en Europa, un periodista que ha trabajado siempre en la sección de sucesos, recibe el encargo de dirigir la página cultural de su periódico. Su sentido fúnebre de la cultura chocará con el espíritu vitalista de un joven colaborador. La estrecha relación que mantiene con él desencadena una crisis personal que altera radicalmente la vida del maduro periodista. 

Stanno Tutti Benne Giuseppe Tornatore, 1990)

Matteo Scuro (Marcello Mastroianni), un funcionario rural ya jubilado, decide recorrer Italia para visitar a sus cinco hijos, que viven en diferentes ciudades. Pero, desgraciadamente, este viaje sólo le sirve para comprobar que, bajo una apariencia de prosperidad y bienestar, la vida de sus hijos y sus familias está marcada por la tristeza y la insatisfacción. Tras el éxito de «Cinema Paradiso», Tornatore vuelve a hacer un emotivo melodrama que, además de buenas críticas, obtuvo el Premio del Jurado en Cannes. 

12 de agosto: Clase 2

Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1988)

‘Cinema Paradiso’ es una historia de amor por el cine. Narra la historia de Salvatore, un niño de un pueblecito italiano en el que el único pasatiempo es ir al cine. Subyugado por las imágenes en movimiento, el chico cree ciegamente que el cine es magia; pero, un día, Alfredo, el operador, accede a enseñarle al pequeño los misterios y secretos que se ocultan detrás de una película. Salvatore va creciendo y llega el momento en el que debe abandonar el pueblo y buscarse la vida. Treinta años después recibe un mensaje, en el que le comunican que debe volver a casa.

Los ocho más odiados (Quentin Tarantino. 2015)

Único Oscar en la carrera de Ennio Morricone.

Pocos años después de la Guerra de Secesión, una diligencia avanza por el invernal paisaje de Wyoming. Los pasajeros, el cazarrecompensas John Ruth (Kurt Russell) y su fugitiva Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh), intentan llegar al pueblo de Red Rock, donde Ruth entregará a Domergue a la justicia. Por el camino, se encuentran con dos desconocidos: el mayor Marquis Warren (Samuel L. Jackson), un antiguo soldado de la Unión convertido en cazar recompensas de mala reputación, y Chris Mannix (Walton Goggins), un renegado sureño que afirma ser el nuevo sheriff del pueblo. Como se aproxima una ventisca, los cuatro se refugian en la Mercería de Minnie, una parada para diligencias de un puerto de montaña. Cuando llegan al local se topan con cuatro rostros desconocidos: el mexicano Bob (Demian Bichir), Oswaldo Mobray (Tim Roth), verdugo de Red Rock, el vaquero Joe Gage (Michael Madsen) y el general confederado Sanford Smithers (Bruce Dern). Mientras la tormenta cae sobre la parada de montaña, los ocho viajeros descubren que tal vez no lleguen hasta Red Rock después de todo.

19 de agosto: Clase 3

Los Intocables (Brian de Palma, 1987)

Chicago, años 30. Impera la ‘Ley seca’, que prohíbe la venta de alcohol. El idealista agente federal Eliot Ness (Kevin Costner) persigue implacablemente al gángster Al Capone (Robert De Niro), amo absoluto del crimen organizado en la ciudad. La falta de pruebas le impide acusarlo de asesinato, extorsión y comercio ilegal de alcohol, pero Ness, con la ayuda de un par de intachables policías (Andy Garcia y Charles Martin Smith) reclutados con la ayuda de un astuto agente (Sean Connery), intentará encontrar algún medio para inculparlo por otra clase de delitos. (FILMAFFINITY)

Érase una vez en América (Sergio Leone, 1984)

Principios del siglo XX. David Aaronson, un pobre chaval judío, conoce en los suburbios de Manhattan a Max, otro joven de origen hebreo dispuesto a llegar lejos por cualquier método. Entre ellos nace una gran amistad y, con otros colegas, forman una banda que prospera rápidamente, llegando a convertirse, en los tiempos de la Ley Seca (1920-1933), en unos importantes mafiosos.

26 de agosto: Clase 4

Por un puñado de dólares (Sergio Leone, 1964)

Tras la muerte de Juárez, en México dominan la injusticia y el terror. Joe (Clint Eastwood), un pistolero vagabundo, llega al pueblo fronterizo de San Miguel, donde dos familias se disputan el control del territorio, y entra al servicio del clan Rojo. Una noche, es testigo del intercambio de oro por armas entre mexicanos y soldados de la Unión. Remake en clave de western de «Yojimbo», de Akira Kurosawa.

Por un puñado de dólares más (1965)

Dos cazadores de recompensas que buscan al mismo hombre deciden unir sus fuerzas para encontrarlo, aunque las razones que los mueven son completamente diferentes. Su título original («Per qualche dollaro in più») ya sugiere que es la continuación natural de «Por un puñado de dólares» («Per un pugno di dollari»), dirigida por Leone un año antes. (FILMAFFINITY)

«Uno de los mejores western de la historia del cine. (…) un gran espectáculo que cautivó a casi todos gracias a unas caracterizaciones espléndidas y una banda sonora, obra del gran Ennio Morricone, mítica e irrepetible. Un lujo.» Fernando Morales: Diario El País