CICLO “MUJERES Y HOMBRES, TRANSFORMACIÓN Y ESPERANZA CREATIVA”
Coordina Sergio Zadunaisky
Vacantes limitadas / Actividad arancelada
Reservas: 154 178 2080 / sergio@dalecine.com
Afiche español de «Hombres»
Dinámica del ciclo:
A través de un recorrido sobre tres obras de Döris Dorrie, buscaremos armar un corpus temático-formal del conjunto, planteándonos interrogantes, sin buscar una respuesta única, abriendo el rico panorama que nos ofrece esta artista para multiplicar enfoques y reflexiones que nutran el debate.
Se puede concurrir por separado o a las tres proyecciones, previa reserva.
Duración: Tres sábados de 20 a 23
Lugar: Báez y Matienzo (La dirección exacta se le brindará solo a aquellxs que reserven previamente).
Sábado 13 de octubre, 20 horas
“Hombres” (Männer, 1985)
Los celos hacen que un marido espíe a su mujer y descubra que esta mantiene un romance con otro hombre. Con el paso del tiempo, entre el marido y el amante surge una relación que se transforma en amistad.
Aparentemente, “Hombres” parece una comedia de de guerra de sexos sin pretensiones, pero Doris Dörrie sabe llevar el enredo a niveles de sarcasmo y lucidez alto, dándonos una visión del mundo masculino nada complaciente.
SOBRE DORIS DORRIE
“La levedad y el humor con que Dörrie suele abordar los conflictos humanos en sus «comedias de relaciones» han despertado el interés en masa en su país, donde su cine, especialmente desde el film «Hombres» (1985), ha sido casi siempre un fenómeno de taquilla. Esa película, que aquí pasó directo al video, en su época fue un paso más allá de la infidelidad femenina al poner en primer plano a dos hombres que sólo comparten el deseo por una misma mujer (casada con uno de ellos) y les hace plantear su modo de vida y las finalidades de su interés en el progreso social. Luego, «Nadie me quiere» hizo foco en una protagonista de 29 años que vive sola, angustiada porque a esa edad dice que tiene «más probabilidades de que le caiga una bomba que un hombre».
Aunque «¿Soy linda?» pueda resultar una mera reducción del universo femenino interesado por la belleza, los personajes de Doris Dörrie, hombres y mujeres alemanes, salen de su país en busca de la felicidad. Quieren ser otras personas y piensan que podrán ser más dichosos en el sur de España, al calor de la colorida Sevilla.
En una entrevista con La Nación, Doris Dörrie contó: «El título lo saqué de un cuento que escribí. Y nombré así a la película porque la pregunta de si soy linda, en realidad, tiene que ver con la pregunta de si soy querible, si soy feliz o si valgo para que me quieran. Porque uno no se plantea directamente si es feliz o si es amado, que es muy riesgoso. Y sí, en cambio, se pregunta: «¿soy linda?», porque entonces uno puede creer que si parece más linda, más joven, ahí sí podrá ser feliz. Lo veo siempre en las revistas femeninas que expresan muy claramente ese deseo de llegar a la felicidad a través de la belleza.”
Doris Dörrie dijo alguna vez que con tal de conseguir la más ansiada felicidad es capaz de tolerar el mayor de los infortunios. Para poder hacer cine en su país «no tuve que soportar demasiados pesares, ya que siempre me consideré privilegiada por haber hecho lo que quise», dice quien tras su paso por escuelas de cine en Nueva York y Los Angeles, resistió la tentación de desarrollar su cine en Hollywood.
Si algo caracteriza a las realizaciones de Dörrie es la simplicidad con la que encara los conflictos de sus personajes y lo accesible de su material para todos los públicos. Ella subraya que es una intención deliberada, ya que «mi lema en la vida es hacer lo difícil más ligero. Ya de por sí lo pesado es pesado y no hay necesidad de hacerlo peor. Además, los alemanes somos famosos por lo denso y lo trágico. Entonces, tengo como la tarea deportiva de convertir todo en algo más liviano. Como espectadora quiero que una historia me conmueva, pero a su vez quiero salir de la película con cierta ligereza. Nadie dice: «Vamos a ver este film porque me dijeron que después de verlo salís fantásticamente deprimido».
Aunque profesa cierta equidad en el tratamiento de sus personajes, Dörrie expone a los hombres de sus películas a realizar un arduo trabajo para entender a las mujeres y, principalmente, para entenderse a sí mismos. «¡Pobrecitos! -dice-. Ellos tienen que trabajar siempre. Es que si a un hombre se le quita su trabajo ya no sabe qué hacer y no sabe quién es. Diferente es para la mujer. Por ejemplo, si a mí me quitaran el cine me quedaría la posibilidad de escribir, si también me la quitaran podría ser madre, algo que no me pueden quitar. Pero si el hombre pierde su trabajo, lo que define su identidad, se convierte en una figura débil. Ejemplo claro es lo que sucedió con la población de la Alemania oriental después de la caída del muro de Berlín: tanto hombres como mujeres perdieron sus trabajos. Ellos cayeron en una gran depresión y las mujeres reaccionaron de manera más flexible y se fueron ganando sus pequeños empleos.» (Extraído del diario “La Nación”).