Ensalada Freud
Sigmund Freud y el psicoanálisis son puestos bajo la lupa por Tzachi Schiff, el realizador de “Freud, more alive than dead”. Casi todo el siglo XX estuvo atravesado por la figura del austríaco e incluso su influencia llega hasta nuestros días. La película propone un debate entre sus detractores y defensores, recogiendo opiniones de personas vinculadas al psicoanálisis y el pensamiento. El filme destaca la presencia del Freud en diversos campos, no solo el suyo, el psicoanalítico, sino el de la moda, el gubernamental, el médico, el literario, el cinematográfico, el de las vanguardias (expresionismo y surrealismo) y el musical, por citar algunos. La esfera familiar también es revisada e incluso cuestionada por personas que hablan de una relación demasiado estrecha, más allá de lo que se estila, entre él y Anna, su hija y continuadora.
La película de Schiff compone un abanico en donde Freud es el centro, el eje de donde salen los diferentes vectores que critican, cuestionan o ensalzan su figura, un personaje insoslayable. Hay quien en un momento lo compara con los chamanes de pueblos antiguos y hay quien dice que en realidad no inventó nada, sino que robó de otros para armar su teoría, un chanta, en definitiva. Alguno lo tilda de autoritario y egocéntrico. Otros menos lapidarios se proponen también convocar a estos tiempos al padre del Psicoanálisis como un visionario que se adelantó a su época, o que en sus teorías fue tomado por tendencias actuales, como en el caso de las selfies, relacionadas con el narcisismo como patología.
Formalmente la película es atractiva, ya que además de personas de carne y hueso, se vale de la animación para narrar, en un estilo que recuerda a la estética de la película de Julio Ludueña, “Historias de Cronopios y de Famas” (2014).
Freud, more alive tha dead se estrenó mundialmente en el marco del BAFICI, cosa que no extraña, tratándose Buenos Aires la ciudad más psicoanalizada del planeta. Bienvenidos al diván, perdón, a la platea!